El valor de sostenerse: principios en tiempos de ruido

De los muros a los despachos, un viaje real de liderazgo ético y reinvención personal
No lo olvidaré jamás.
Aquel día, un joven brillante fue apartado por atreverse a cuestionar una decisión claramente injusta.
—Aquí se valora la lealtad, no las preguntas. Tú no estás para pensar, sino para hacer lo que se te manda —le dijeron.
Desde entonces, hay una pregunta que me ronda:
¿En qué momento se volvió más rentable obedecer que pensar?
Obedecer sin pensar: el inicio del declive
Vivimos tiempos complejos. No lo digo con nostalgia ni con dramatismo, sino con mirada serena de quien ha trabajado toda su vida en lo público, ha dirigido en lo privado, ha emprendido en lo incierto… y ha aprendido, sobre todo, a observar.
Observo una sociedad acelerada, saturada de mensajes, carente de referentes estables. Observo una política donde, cada vez más, se habla más alto, pero se escucha menos. Observo instituciones que pierden legitimidad, no tanto por sus ideas como por la ausencia de ejemplo. Y, si uno se detiene un momento, ve también cómo esa erosión va calando en la vida cotidiana: desconfianza, mentira, cinismo, indiferencia.
A veces me pregunto en qué momento dejamos de valorar la coherencia como virtud, la palabra dada como compromiso, la verdad como refugio. No hablo de moralismos ni de idealismos ingenuos. Hablo de principios. Esos que no se exhiben en discursos, sino que se practican cuando nadie mira. Los que sostienen, los que incomodan, los que dan forma a eso que llamamos dignidad.
"Cuando los principios se callan, hasta las cárceles tienen más dignidad que algunos despachos"
Liderar sin disfraz
La ética institucional: cuando el respeto no se impone
Durante años trabajé en instituciones públicas, rodeado de normas, trámites, decisiones difíciles. También fui directivo en el sector privado, y más tarde, emprendedor. En cada etapa viví aciertos y errores, victorias y contradicciones.
Recuerdo que durante mi década como funcionario de prisiones aprendí algo que hoy veo en crisis: que la autoridad real no nace del uniforme, sino del respeto que inspiras sin imponerlo. Una lección que nuestras instituciones parecen haber olvidado.
Me ha tocado ver cómo se deteriora una organización cuando se premia más la fidelidad ciega que la competencia crítica. Cómo el miedo silencia ideas y el cálculo vacía las convicciones. He visto cómo la falta de principios convierte a buenos profesionales en simples ejecutores. Y cómo una pequeña grieta de dignidad puede, sin embargo, sostener una estructura entera.
Hoy observo con tristeza, pero también con determinación, cómo esta deriva se ha extendido a demasiados ámbitos. Especialmente a la política, donde la escenificación ha sustituido al pensamiento, y la fidelidad al partido ha desplazado al compromiso con las personas. No pretendo dar lecciones ni señalar culpables. Sólo constatar un hecho: cuando los principios se callan, los muros empiezan a hablar.
“La autoridad verdadera no nace del cargo ni del poder, sino del respeto que uno es capaz de inspirar sin imponerlo.”
Sin principios, todo se convierte en táctica
Política, empresa y sociedad: la erosión silenciosa
No es casual que se cuestione cada vez más la legitimidad de nuestros representantes. Cuando el discurso cambia con el viento, cuando las decisiones se justifican según convenga, cuando las lealtades se compran o se negocian… entonces no hay política, hay mercadeo.
Y sin principios compartidos, sin límites éticos —aunque sean incómodos—, todo vale: la mentira, la humillación, el uso partidista de lo común. Pero no nos engañemos, la política no es más que el espejo de la sociedad que la tolera. Lo que normalizamos en las instituciones, lo acabamos aceptando en la empresa, en la familia, en la calle.
Por eso no basta con indignarse. Hay que hacerse preguntas. ¿Qué tipo de liderazgo estamos fomentando? ¿Qué valores premiamos? ¿Estamos dispuestos a decir la verdad, aunque no nos aplaudan? ¿Sabemos reconocer al que actúa con decencia, aunque no piense como nosotros?
“Los principios se practican cuando nadie mira. Son los que sostienen, incomodan… y moldean la dignidad.”
La ética como brújula silenciosa
Principios sin púlpito para no perderse
Hay palabras que no hacen ruido, pero orientan. Para mí, la ética no es una armadura ni una excusa para sentirse superior.
Es una brújula interior. No impide tropezar, ni evita los días grises, pero ayuda a no perderse del todo.
Es esa voz serena que nos recuerda lo que importa, incluso cuando todo empuja en otra dirección.
No se trata de resistir, sino de permanecer fiel a lo que uno es, incluso en entornos donde lo fácil es rendirse, adaptarse o callar.
En mi caso, esa brújula ha sido puesta a prueba muchas veces. Y no siempre he acertado. Pero he intentado mantenerme fiel a una idea sencilla: que el respeto, la escucha y la palabra valen más que el cálculo, la obediencia o el atajo.
De ahí nace el libro que en breve publicaré, Entre muros y principios. Un recorrido por etapas de mi vida en las que lo fácil era callar, rendirse o adaptarse. Pero donde decidí —a veces con miedo, otras con dudas— mantenerme firme en lo que creía. No como héroe, sino como persona. Una persona más, con barreras que cruzar y principios que cuidar.
“El respeto, la escucha y la palabra valen más que el cálculo, la obediencia o el atajo.”
No escribo desde el púlpito, sino desde el camino
El liderazgo invisible empieza por uno mismo
Este artículo, igual que el libro, no nace del resentimiento ni del juicio. Nace de la necesidad de reflexionar juntos. De recordar que el liderazgo, el auténtico, empieza por el ejemplo. Y que la transformación colectiva empieza por la honestidad individual.
No creo en los discursos perfectos. Creo en las personas que, incluso con contradicciones, intentan vivir con sentido. Y en un momento en el que los focos se encienden con tanta facilidad, quizás lo más valiente sea seguir haciendo lo correcto cuando nadie aplaude.
¿Estamos dispuestos a exigir principios, aunque nos incomoden? La respuesta definirá nuestro futuro. Debemos hacernos preguntas. Mirar hacia atrás, sin melancolía, y hacia adelante, sin cinismo. Porque si algo tengo claro es que una sociedad que recupera sus principios no necesita muros que la defiendan.
¿Qué muro necesitas derribar para volver a escuchar tus principios?
“Cuando los principios se callan, los muros hablan… y la silla del diálogo se queda vacía.” Guillermo Taboada
🧩 Entre muros y principios, el nuevo libro de Guillermo Taboada estará disponible en Amazon el 11 de agosto.
Más información en info@guillermotaboada.es
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